Son las cuatro y media de la mañana y Gladys Mendoza arranca su faena diaria para luego dirigirse a su pequeño restaurante. En la cocina y el ambiente comienzan a sentirse los olores. ¡Cómo no querer probar los ricos platillos que prepara la abuela!

Muchas personas visitan el pequeño local para deleitar el paladar con la rica comida típica panameña. La cocina es un arte y en eso se caracteriza Gladys, sus clientes son fieles seguidores de su rico caldo de costillas y de pollo. Imagínense que jamás pensó que una de las glorias de nuestro país, Roberto «Mano de Piedra» Durán, diría que su sopa era la más deliciosa que había probado en su vida. Los comensales iban al restaurante por los suculentos platillos que preparaba como pescado, pollo y, el más importante, el jarrete.

Muy buenos comentarios recibió Gladys por parte de todas las personas que iban al restaurante. Esto le hacía sentir mucho orgullo por su comida y por todo el tiempo de aprendizaje en la vieja escuela, es decir, la cocina de su madre y de sus abuelas.

Fueron muchos años al servicio de la comunidad ofreciendo sus estupendos bocados. Ella sentía que era una oportunidad que le daba el destino para brindar trabajo a sus colaboradores. Siempre se esforzó para poder sacar a su familia adelante. Su primer negocio fue el Restaurante Itzel, en Changuinola; tristemente, fue en este tiempo (1991) que sucedió el terremoto en la provincia de Bocas del Toro. Durante la catástrofe la señora Gladys ofreció su apoyo a la comunidad brindando su comida a aquellas personas que habían sido afectadas.

Pero no todo fue malo. Luego, en 2015, consiguió abrir un segundo restaurante en la provincia de Chiriquí, que se llamaba Saldaña. Este tuvo mucho éxito, sin embargo, tuvo que cerrar su primer local, pues todo cambia cuando el dueño no está cerca del negocio, y ella se tuvo que mudarse de lleno a la provincia chiricana.

En el nuevo local estuvo alrededor de tres años. Tanto fue su popularidad en la cocina que le otorgaron un premio en reconocimiento por la exquisita comida, los años de ayuda a la comunidad y por su amable servicio. Hoy día aún hay gente que la saluda por el primer restaurante. Nadie olvidará la exquisita comida que preparaba la abuela, sus sabores únicos, su amor y dedicación en la cocina son sus más grandes tesoros.