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El 24 de marzo de 1991, nació una gran mujer, con una historia interesante, llamada Karol Pittí. Vive en un pequeño pueblo de la provincia de Chiriquí y tiene algunos familiares relacionados con el mundo de la medicina, por eso desde pequeña soñó con involucrarse en esa área.

En la escuela se preparó lo suficiente para entrar a un buen colegio; luego su meta era ingresar a la universidad para estudiar medicina. Al graduarse de bachillerato decidió cursar una carrera en farmacia, pero no pudo culminar por inconvenientes personales. Intentó hacer otros estudios relacionados con la salud, pero tampoco pudo terminarlos por falta de tiempo. Nunca se dio por vencida.

Esto nos muestra que, a pesar de los inconvenientes, es mejor persistir que desistir. Cuando se trata de cumplir sueños, no hay que darse por vencidos. Entonces, Karol empezó a estudiar en la Universidad Especializada de las Américas una licenciatura en Radiología. Pero, cuando estaba a punto de terminar llegó la pandemia del COVID-19 y detuvo las prácticas en los hospitales y clínicas. Estas fueron muy duras para ella, ya que debía levantarse a las cuatro de la madrugada para poder llegar a tiempo; además, no siempre la trataban muy bien. A pesar de esto, la mujer seguía esforzándose.

En la cuarentena Karol no paró, leyó todos los libros y apuntes que hizo en la universidad, así, cuando la situación en el país empezó a normalizarse, continuó con sus estudios. Hoy en día está preparando su tesis, que le ha costado, según cuenta, porque en una carrera como esta es necesario hacer investigaciones que no se encuentran en Internet. Este trabajo le resulta arduo e interesante.

Después de presentar su tesis podrá ejercer su labor, su sueño anhelado está a punto de convertirse en realidad para estar al servicio de la comunidad.

A futuro, Karol desea seguir estudiando y especializarse en otra rama para poder tener un ingreso económico mayor. Además, quiere tener un buen fondo de retiro por todo su esfuerzo.

Al final valdrá la pena el sacrificio que ha hecho durante todos estos años. Su frase motivadora es: “Nunca te rindas por más difícil que sea el camino, siempre mira hacia adelante hasta llegar a la cima”.

Son las cuatro y media de la mañana y Gladys Mendoza arranca su faena diaria para luego dirigirse a su pequeño restaurante. En la cocina y el ambiente comienzan a sentirse los olores. ¡Cómo no querer probar los ricos platillos que prepara la abuela!

Muchas personas visitan el pequeño local para deleitar el paladar con la rica comida típica panameña. La cocina es un arte y en eso se caracteriza Gladys, sus clientes son fieles seguidores de su rico caldo de costillas y de pollo. Imagínense que jamás pensó que una de las glorias de nuestro país, Roberto «Mano de Piedra» Durán, diría que su sopa era la más deliciosa que había probado en su vida. Los comensales iban al restaurante por los suculentos platillos que preparaba como pescado, pollo y, el más importante, el jarrete.

Muy buenos comentarios recibió Gladys por parte de todas las personas que iban al restaurante. Esto le hacía sentir mucho orgullo por su comida y por todo el tiempo de aprendizaje en la vieja escuela, es decir, la cocina de su madre y de sus abuelas.

Fueron muchos años al servicio de la comunidad ofreciendo sus estupendos bocados. Ella sentía que era una oportunidad que le daba el destino para brindar trabajo a sus colaboradores. Siempre se esforzó para poder sacar a su familia adelante. Su primer negocio fue el Restaurante Itzel, en Changuinola; tristemente, fue en este tiempo (1991) que sucedió el terremoto en la provincia de Bocas del Toro. Durante la catástrofe la señora Gladys ofreció su apoyo a la comunidad brindando su comida a aquellas personas que habían sido afectadas.

Pero no todo fue malo. Luego, en 2015, consiguió abrir un segundo restaurante en la provincia de Chiriquí, que se llamaba Saldaña. Este tuvo mucho éxito, sin embargo, tuvo que cerrar su primer local, pues todo cambia cuando el dueño no está cerca del negocio, y ella se tuvo que mudarse de lleno a la provincia chiricana.

En el nuevo local estuvo alrededor de tres años. Tanto fue su popularidad en la cocina que le otorgaron un premio en reconocimiento por la exquisita comida, los años de ayuda a la comunidad y por su amable servicio. Hoy día aún hay gente que la saluda por el primer restaurante. Nadie olvidará la exquisita comida que preparaba la abuela, sus sabores únicos, su amor y dedicación en la cocina son sus más grandes tesoros.

Si de preservar la belleza se trata, la doctora Sandra Sierra es la indicada. Ella hace que luzcas más hermosa o hermoso de lo que eres, es por ello que su labor es muy valorada y apreciada por los pacientes.

El camino para lograr lo que es hoy no fue fácil, muchos años de preparación, esfuerzo y sacrificio formaron en ella una gran esteticista. Su profesión es su pasión. Su clínica está ubicada en la ciudad de David y ofrece servicios como bótox, láser, consulta médica, faciales, masajes, depilaciones y mucho más.

¿A quién no le gusta sentirse como nuevo? Y es aquí donde sus mágicas manos rejuvenecen a sus clientes y resaltan su encanto con ese toque estético.

La doctora Sandra opina que su profesión le permite además de relacionarse con otras personas, puede ayudarlas a sentirse como nuevas y a elevar su autoestima. Para ella no existe mayor satisfacción que ver a sus pacientes contentos con los resultados de su trabajo.

El bótox es uno de los tratamientos más usados en la actualidad en personas de todas las edades, según cuenta la doctora; pero puede ser uno de los productos más peligrosos en las manos equivocadas, por eso sugiere siempre hacerlo con un experto, pues se aplica inyectando en ciertos lugares de la cara como debajo de los ojos, alrededor de la boca, arriba de la ceja y en la frente. El propósito siempre es rellenar y levantar el área para que luzca más fresca.

En el área de faciales también realiza diversas técnicas, como los famosos hilos tensores, mejor conocidos como hilos de plata, utilizados para rejuvenecer el rostro y tener la piel más tersa, elástica y vital.

Otro procedimiento estético que Sandra ofrece en su clínica es el facial de vampiro ―suena un poco espeluznante―, que consiste en sacar la sangre con una aguja, centrifugarla para obtener el plasma de crecimiento y luego inyectarla a otra parte de la cara para eliminar arrugas, tal como explica la doctora. El peeling es un método para gente con acné grave, se limpia la cara y se aplica un ácido especial en varias capas.  En ese caso, señala Sandra, debe recetar cremas al paciente y decirle las restricciones a considerar por varios días hasta que el proceso acabe.

Las mujeres somos presumidas y siempre buscamos elevar nuestra belleza.  Para esto está nuestra querida doctora Sandra, para hacernos ver radiante.

Un soleado 9 de noviembre de 1984, a las diez de la mañana, nació Sheeana Castillo. Al convertirse en una joven de personalidad justa y recta, preocupada por exigir sus derechos y los de otras personas, decidió estudiar leyes, pues se veía como una gran y reconocida abogada en un futuro no muy lejano. Su determinación la llevó a noches de estudio en vela, sin fiestas que disfrutaban otros jóvenes; pero era parte de los sacrificios que supuso escoger la carrera de Derecho.

Todo esfuerzo tiene una recompensa, y la suya fue trabajar por el cumplimiento de las leyes en su país. Un día de labores de Sheeana implica tratar con casos familiares, civiles, migratorios y acusatorios. Su principal objetivo, cuenta, es dejar satisfechos a sus clientes al solucionar sus casos de forma oportuna y eficaz.

Recuerda uno de los casos más impactantes que trató: el cliente fue referido por un consorcio de contadores. Él, que ya había sido estafado en varias ocasiones, cansado decidió buscar ayuda rápida y contrató a una persona que le habían recomendado. Un día el cliente vino a la provincia de Chiriquí a comprar unas grúas, que estaban secuestradas, pero él no lo sabía. Contrató a la abogada quien le impidió meterse en un lío mayor, estafado y obligado a pagar la suma de 20 000 dólares.

Pero no solo se trata de asesorar, orientar y representar a sus clientes en asuntos legales, sino también de impulsar el Imperio de la Ley, para que la sociedad obedezca las leyes, ya que en muchos casos la gente las asume a su manera y para su conveniencia.

Ella ha visto muchos casos donde no se implementa la justicia para nada, y lo peor es que hay personas que lo ven y no mueven ni un dedo para impedirlo, como dijo Albert Einstein: «El mundo no será destruido por quienes hacen el mal, sino por aquellos que observan sin hacer nada».

Seguimos viviendo en un mundo donde las personas dicen “eso no es mi asunto”, pero con el tiempo se convertirá en el problema de todos, si no hacemos algo para impedirlo. Porque hoy puede ser otro, pero mañana, tú o yo. Cumplir la ley permite la justa, pacífica y civilizada convivencia entre los seres humanos, y Sheeana hace su mejor esfuerzo por conseguirlo.

Todo comenzó el 11 de marzo de 1974, día en que nació una niña con pocas posibilidades de sobrevivir, en un hogar pequeño y con muchas carencias. Débil y pequeña sobrevivió con un corazón decidido a ser grande, así lo demostró en cada paso que daba, no se rendía, estudiaba porque soñaba con ayudar a su familia.

Desde temprana edad empezó a laborar para pagarse sus estudios y aportar en casa, y desde entonces pensó: «¿Por qué tengo que trabajar para alguien? ¡Quiero ser mi propia jefa!». Desde ese momento tuvo un fuerte deseo y empezó a esforzarse mucho para convertirse en una profesional exitosa. Luego de varios años terminó su bachillerato e inició el camino del emprendimiento.

Al inicio montó una pequeña oficina para realizar trabajos de levantamiento de texto (se basa en desarrollar tesis de grado y trabajos investigativos). Su primer negocio no fue muy exitoso, pues los amigos de lo ajeno le robaron en dos ocasiones sus equipos y todo lo que tenía allí; esto la llevó a cerrar y laborar para otros nuevamente.

Pero ¿qué creen, que se rendiría? ¡No señor! En su mente seguía esa luz, esa ilusión de trabajar para ella, quería demostrar que con esfuerzo, perseverancia y disciplina se pueden lograr los sueños.

Siguió estudiando hasta conseguir su licenciatura en Administración de Empresas, lo que tampoco fue fácil, pero le abrió otras posibilidades. Para graduarse realizó unas pasantías en una firma reconocida de la ciudad. Allí cada día se apasionaba más por aprender sobre las leyes comerciales y laborales, fue entonces cuando unos extranjeros observaron sus capacidades de liderazgo y la reclutaron para que administrara un negocio que ellos estaban instaurando en la provincia de Chiriquí.

Deseosa de aplicar sus conocimientos, aceptó. Ahora tenía nuevas relaciones profesionales al lado de quien en ese momento era su novio, con quien abrió un negocio, y al tiempo trabajaba con una firma extranjera.

Esta mujer emprendedora es Amarilis Castillo, mi madre. Demuestra que, cuando se quiere algo, se logra con mucho esfuerzo; además, es digno ejemplo de superación tanto para sus hijos, como para su familia y amigos. No le tiene miedo al trabajo y cada reto es una nueva experiencia para ella. Como reza la frase: “Detrás de cada éxito, existe una mujer con grandes ideas”.