Sólo llámame maestra
Hoy vengo a contarles una historia de vida y superación de una persona que, a pesar de sus logros, le gusta que le llamen «maestra». Estoy hablando de Dalys Nereyda Castillero.
Todo empezó el 19 de febrero de 1937, cuando vino al mundo, en la provincia de Los Santos; aunque recuerda que sus padres solían discutir su fecha de nacimiento —si había sido el 18 o el 19—, pero ella siempre dice 19, mientras sonríe.
Estudió en la Escuela Normal de Santiago. Con el propósito de ser la mejor docente, llena de expectativas para cumplir todas sus metas y sin importar las dificultades en aquel entonces por las condiciones de pobreza del país, aceptó el reto de educar. «Sí puedo enseñar a los niños a ser felices».
Después de cuatro años de labor promovió en conjunto con los padres de familia un carnaval al estilo santeño, con el fin de recaudar fondos para construir cinco aulas nuevas, porque en la escuela no había suficientes salones de clases.
Con los fondos también organizó el primer comedor escolar para veinticinco niños humildes, con el apoyo de la maestra Evelia de Valdez. Cuenta que fue maravilloso ver cómo niños de familias donde el pan era un lujo, podían ir a la escuela, comer para tener buena salud y estudiar mejor.
Hizo su vida en la provincia de Chiriquí, donde se unió voluntariamente al grupo de las Damas Grises de la Cruz Roja de la ciudad de David, en el que se brindaba apoyo a mujeres para que pudieran salir adelante y ganarse el respeto de la sociedad.
La maestra Dalys, como le gusta que le llamen, se jubiló en el año 1984; pero su labor no terminó allí, ella siguió con esas energías para brindar sus servicios a la sociedad.
Laboró como jefa de personal en la oficina regional del Ministerio de Trabajo, fue subdirectora de la Oficina de Regulación de Precios, hoy conocida como Acodeco. Además, fue presidenta de la Cooperativa de Jubilados y Pensionados, donde logró la construcción del local que aún existe en la ciudad de David. Ha ayudado a muchos panameños, jóvenes y adultos en su diario vivir, profesionalmente y con dificultades y necesidades.
También fungió como subdirectora de la Lotería Nacional Regional de Chiriquí y allí tuvo ideas maravillosas para hacer labores sociales. A pesar de ser santeña, ama dicha provincia que le abrió caminos de amor y triunfos.
Actualmente es vicepresidenta de la Asociación de Sobrevivientes de Cáncer, en Chiriquí. Su mayor reto fue superar dos tipos de cáncer, tuvo que luchar con dolores y miedos. Con una fe gigante afrontó ambos.
Ella asegura haber sido bendecida por Dios dos veces, sobre todo porque su familia y amistades siempre estuvieron allí acompañándola en la batalla. Sus hijos, sus pilares amados, nunca la notaron débil y las personas siempre la veían sonreír y amar el folclor panameño.
De hecho, todos los años, como fundadora de la Asociación de Santeños, sale a las calles de David en un desfile cargado de tradiciones y alegría, donde no faltan las carretas y bueyes de su tierra natal. Allí se le mira llena de energía y orgullo cantando Santeño quisiera ser.
La maestra Dalys Nereyda Castillero es para mí un gran ejemplo a seguir, no solo por sus aportes al país, sino también por su forma positiva y entusiasta de llevar la vida con un “sí se puede”. Muchas personas tienen una discapacidad, una enfermedad o muchas excusas que los limitan a cumplir sus sueños, pero la historia de la maestra nos demuestra todo lo contrario.
Dalys Nereyda nos inspira para siempre sonreír y luchar… En algún momento, cuando visiten Chiriquí, recuerden que al buscar a esta bella dama deben llamarla, simplemente, “maestra”.