Un maravilloso viaje al “Nido de Águilas”
Aquel 6 de marzo del 2017, escuchaba el llamado de mi madre desde muy temprano, exactamente a las tres y media de la mañana. Me levanto con mucha energía por el comienzo de otro año escolar, pero esta vez la experiencia será distinta, ya que viajaré un poco lejos de mi hogar.
Llena de emociones y sueños, ese año vestía un uniforme nuevo, de alto prestigio, con la insignia de un colegio emblemático y con la expectativa de conocer a mis nuevos compañeros. Al ser mi primer día, mis padres decidieron llevarme en el carro, así que aproveché para contemplar el paisaje; afuera el cielo estaba aún oscuro y había estudiantes uniformados esperando un transporte que los llevara a su destino.
El viaje desde Arraiján hasta la avenida Estudiante se me hizo largo, pero aproveché para imaginarme cómo sería mi primer día en el Instituto Nacional de Panamá, lugar en el que se formaron los mártires del 9 de enero de 1964, una de las principales gestas patrióticas de nuestro país.
A medida que avanzábamos entre el congestionamiento el camino se hacía más interesante. Recorrimos la vía Interamericana, con árboles y una densa neblina por la humedad de la mañana. Los primeros rayos del sol me saludaron a través del Puente de las Américas que atraviesa el Canal de Panamá.
Esa fue mi travesía diaria por los siguientes tres años y muchas veces implicaba cansancio por levantarme muy temprano y luchar para tomar el “diablo rojo” que me llevaría al colegio. Lo bueno es que significaba una aventura nueva cada día.
Llegado el 2020, con expectativas por mi primer año escolar de Bachillerato en Ciencias, tuve que quedarme encerrada en casa por la pandemia del covid-19.
Lo que antes me parecía cotidiano y muchas veces monótono, ahora lo extrañaba; el roce con las personas en los buses, escuchar cada mañana las salsas de Maelo Ruiz con su clásico ‘Te va a doler’ y ver la flora del camino. Pero el temor nos invadía a todos por igual y se dieron muchos cambios, incluso en la forma de estudiar. Fueron dos años de clases no presenciales con plataformas educativas virtuales, pero las ganas de regresar a la escuela eran grandes. En aquel nuevo escenario hacían falta el calor del aula de clases y la presencia de mis compañeros.
Tras dos años en cuarentena y con el cierre de las escuelas en todo el país, este 2022 regresamos a las clases presenciales, en medio de un gran reto para todos. Es mi último año en el colegio y retomé el maravilloso viaje al prestigioso “Nido de Águilas”; no obstante, el trayecto presenta nuevos desafíos, debido a la construcción de la línea 3 del Metro en Panamá y la urbanización que toma más terreno cada día.