El congo: una historia que se baila
Era una noche oscura del siglo XVI, no había ni un alma despierta, a excepción de los negros del palenque en la Costa Arriba de Colón. Festejaban vestidos con retazos de telas y ropas al revés. Estaban llenos de alegría y libertad. Algunos tocaban el tambor y los demás les seguían el ritmo con las palmas. Bailaban con sus pies descalzos, sucios, untados de tierra y con cicatrices de desgracia, pero rebosantes de gozo.
No estoy segura de cuántas veces nos han hablado de la historia de los negros africanos en Panamá, posiblemente unas quinientas. No me quejo. El congo en realidad no es un término desconocido para mí. Se trata de un baile creado por negros esclavos en forma de burla hacia sus amos. Durante la primaria incluso lo vi como una asignatura. Hoy sigo recordando cómo eran sus pasos: improvisados y energéticos, sensuales y bellos.
Los congos tienen una forma especial de comunicarse. A través de su música, cada resonar del tambor significa una pieza del rompecabezas sobre la vida del negro autor. Además, tienen su propio lenguaje verbal. Su expresión corporal también encierra un mensaje. Cada pisada descalza en el piso frío, cada movimiento con la cadera, todo tiene su razón de ser. Eso es lo bello. Los bailarines pueden desahogarse y contar su parte de la historia con su cuerpo, al son de cadenciosos ritmos.
La vestimenta también es única, “de todos los colores y sabores”, como suelo decir. El diseño de las polleras consiste en la unión de retazos de telas de diferentes colores. En el caso del vestuario masculino, las piezas se llevan al revés. Cada una de estas usanzas posee un significado, que viene de épocas remotas, exactamente de los años de la esclavitud. Las polleras estaban hechas de retazos viejos de sus amos y la ropa al revés era una burla.
En esta tradición existen diferentes personajes que añaden soporte a la historia, cada uno tiene su papel y significado en el baile.
La reina es muy fácil de identificar, lleva un vestido sencillo, normalmente de color blanco, muy básico. Lo que destaca es su corona gigantesca que desde lejos se puede hacer notar. Ella representa a la mujer fuerte que guio a su pueblo en su liberación de la esclavitud. También se encargó de administrar el gobierno y la justicia en los lugares donde se establecieron, según explica el documento “Reina congo panameña”, de Lineth Márquez (2011).
El diablo es otro personaje muy característico de esta cultura. Lleva su máscara con colmillos afilados y ropa en tonos negro o rojo, o combinados. Esta figura, que puede poner a un niño a llorar de inmediato por el temor que infunde, representa al blanco opresor.
Todo este legado abarca mucho más que un baile. Las expresiones rituales y festivas de la cultura congo fueron incluidas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, durante la reunión 13 del Comité para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, en 2018.
Amo a esta cultura y creo que varios de aquí también. ¡Difundamos su legado!