Carl es un chico de quince años que sabe diferenciar la existencia de vivir plenamente. Él trataba que los otros chicos entendieran ese detalle, pero le resultaban personas de mentes cerradas. Por lo menos hasta ese momento.
El joven intentaba marcar la diferencia, tanto en su escuela como en su comunidad; pero nadie le prestaba atención. A pesar de eso, seguía teniendo esa chispa y decía que jamás la perdería.
Una mañana en su colegio, Octavio Méndez Pereira, Carl se acercó a los salones para explicar a los estudiantes que todos podrían hacer un cambio en el planeta.
—Esto se logrará si todos ponemos de nuestra parte —reflexionaba.
Lamentablemente, nadie tomó en serio su propuesta, como siempre. Carl, sin rendirse, continuaba con sus ideas, y nadie podía sacarlas de su cabeza.
El chico vio una oportunidad que estaban brindando en la escuela: ser parte de la Asamblea Juvenil de Diputados, un programa que promueve la participación política de los adolescentes. Pensó que tal vez con esto todos en el país escucharían su voz, y así realizaría el cambio que tanto anhelaba.
Se inscribió, hizo sus propuestas y las comentó frente a todos los estudiantes del plantel. Su consejera, la profesora Elsy, siempre lo apoyaba, al igual que sus amigos cercanos Ana, Andrés, Lía y Keily.
Llegó el día de las votaciones internas. Primero se seleccionaba un presidente por escuela y luego era la competencia general. Carl fue el ganador del Octavio Méndez Pereira. Este triunfo era el reflejo de que ahora los estudiantes sí escucharon sus planteamientos, los cuales eran muy buenos.
A él le gustaba participar en todos los programas posibles, tanto caritativos, como sociales y escolares.
Luego de este primer triunfo, Carl conoció a los representantes de los demás colegios. Había chicos muy amables con ideas encaminadas en ayudar a muchas personas. Todos tuvieron que hacer alianzas con algún estudiante de otra escuela. Carl hizo su equipo con una chica llamada Isabel, de la Escuela de las Artes Diversificadas. Decidió apoyar sus propuestas, ya que tenían una en común: la mejora de las estructuras en las escuelas. De esta experiencia surgió una buena amistad.
Una semana después los aspirantes comenzaron sus campañas por los distintos centros educativos. Carl saludaba con efusividad a todo el mundo y generaba confianza en los alumnos. Esparcía esa chispa que lo caracteriza.
Durante esa semana el joven líder participó en un programa llamado Juventud somos la fuerza, creado por el Ministerio de Desarrollo Social. Nunca imaginó vivir esta experiencia. Allí estuvo junto a chicos de los corregimientos de Betania, Pueblo Nuevo, Curundú y otros más. Se llevó a cabo en el cuadro de fútbol de Plaza Amador.
Por fin llegó el día de las votaciones generales, donde se eligieron a cinco diputados. Carl no quedó, pero estaba satisfecho del deber cumplido y seguía convencido de su misión de ayudar a mejorar el planeta.
Una persona puede hacer la diferencia, pero muchas hacen un cambio enorme. Si vives en el pasado, sufrirás depresión. Si vives el futuro, pasarás con ansiedad; pero si vives el presente, siempre estarás en paz.