Guna Yala: la historia del paraíso tropical
Hablar del archipiélago de Guna Yala es sinónimo de palmeras, arrecifes de coral, playas de arena blanca y agua cristalina. Está en el caribe panameño y es un conjunto de 365 islas en el que además se puede realizar gran cantidad de actividades como senderismo, kayak, observación de aves y buceo.
Cuando llegaron los españoles en el siglo VI, los indígenas gunas vivían cerca del golfo de Urabá, en lo que hoy se considera Colombia, pero el contacto con los españoles resultó en un caos significativo y un comercio limitado. Los gunas huyeron hacia la región del Darién, lo que hoy se considera Panamá y comenzaron a vivir a lo largo de los ríos que desembocaban en el Caribe.
A mediados del siglo XIX se reubicaron en islas cercanas a las desembocaduras de los ríos de agua dulce, pues esto los protegía de enfermedades, serpientes y mosquitos, además tuvieron acceso al comercio costero, con productos forestales como el coco. Los gunas entraban en los barcos comerciales que viajaban a lo largo de las rutas costeras, vivían de esta manera en las islas y mantenían sus granjas en el continente. Hasta mediados del siglo XIX esta región permaneció relativamente pacífica.
En 1858 se hundió un barco carguero que viajaba desde Colón hasta Colombia, se dañó el motor por un arrecife cerca de Isla Perro y ahí se incendió. Por una ley colombiana del 4 de junio de 1870 se creó la comarca de Tule Nega, que comprendía también el actual territorio del distrito de Guna Yala.
Después de la separación de Panamá de Colombia, en 1903, el acta de 1870 fue ignorada. El territorio de la antigua región quedó dividido en dos partes: la mayor parte quedó en la nueva República de Panamá, mientras que una pequeña porción permaneció en Colombia.
La suspensión de la región, las incursiones de forasteros a los pueblos Guna en busca de oro, caucho, tortugas marinas, las concesiones bananeras y el abuso de la Policía Colonial causaron gran descontento entre los indígenas y dieron lugar a la Revolución Guna del 25 de febrero de 1925, encabezada por Nele Kantule, del pueblo de Ustupu y Ologintipipilele de Ailigandí. Armados, atacaron a la Policía en las islas y en Ukupseni Tupile, ya que fue acusada de abusos y represión de las costumbres gunas en varias comunidades. Esto provocó que los indígenas proclamaran la República Independiente del Tule, separándose del Gobierno Central de Panamá por unos días.
Así surgió el tratado de paz posterior que estableció el compromiso del Gobierno de Panamá de proteger las costumbres de los indígenas guna. Estos, a su vez, aceptaron el desarrollo de un sistema escolar formal en las islas y la brigada policial fue expulsada de su territorio y todos los presos liberados. Las negociaciones que pusieron fin al conflicto armado constituyeron un primer paso para establecer la autonomía de los indígenas gunas y mantener la cultura que estaba siendo reprimida.