Una mujer de fe
Esta es la historia de una mujer de 44 años llamada Nitzi Centeno, quien junto a su hermana gemela nació un 27 de diciembre de 1978. A Nitzi le tocó trabajar desde que tenía 12 años. También tuvo que enfrentar muchos obstáculos a lo largo de su vida, pero supo sobrepasar todos esos desafíos y darle sentido a su existencia. Tuvo tres hijos que llegaron para darle alegría, un sentimiento que creció todavía más en su corazón cuando nació su nieta.
Esta mujer luchadora es mi madre y me regala palabras bellas. «Mi linda niña», me dice, y con solo escuchar su voz me siento a salvo, me transmite esa seguridad que la caracteriza.
Uno de esos momentos tristes de la vida de Nitzi ocurrió el 16 de noviembre del 2020. A las 4:34 a. m. recibió una noticia inesperada de su gemela Ysis, quien la llamó gritando. Salió asustada y preguntándole qué había pasado.
—¿Qué ocurre? Cálmate y respira —le dijo.
— Pellín falleció —respondió entre sollozos su gemela.
Nitzi quedó impactada. Luego ella también comenzó a gritar: ¡No puede ser, murió Pellín!
En medio de la confusión, yo no sabía exactamente qué había ocurrido. Mi papá me dijo que me quedara con mi cuñada Laura, quien es la yerna de Nitzi. Cuando me retiraba junto a Laura, volteo atrás veo a mi madre llorar a gritos. Quería ayudarla, pero no sabía qué hacer. Era apenas una pequeña y todo era confuso para mí.
Ese día me levanté temprano. Fui al cuarto de mis padres, pero no estaban. Estuve toda la mañana pendiente a ver si llegaban, pero tardaban en volver. Yo estaba preocupada, comenzaba a extrañarlos. Hasta las 12:23 p. m. regresaron. Estaba feliz de verlos después de lo sucedido tras la noticia recibida. Noté que mi madre tenía un semblante de angustia. Me explicaron que la muerte repentina de mi tío había sido muy dolorosa para todos, en especial para ella. En verdad yo no había convivido con él, así que no podía comprender esta pérdida familiar; pero me entristecía ver así a mi mamá.
Pasaron algunos días desde el fallecimiento y mi madre seguía muy afectada. También mi hermanastro y mi prima estaban igual de afligidos.
Tratando de pensar cómo se sentían mis familiares cercanos, imaginé que podía ser semejante a lo que me causó la noticia de la muerte de mi abuelo, que me partió en dos el corazón. Pero ahora, yo solo quería ver bien a mi mamá, asegurarme de que no se deprimiera. Lo único que se me ocurrió fue acercarme y decirle: «Mi tío estará siempre en tu corazón, seguro él te quiso mucho», ella no me respondió nada, solo me abrazó.
Al día siguiente la acompañé a la iglesia. El pastor se le acercó y le dijo: «Sé por lo que está pasando, hermana Nitzi, pero deje su carga y pesar en las manos de Dios, que él le dará consuelo, él tiene grandes cosas para usted». Ella agradeció esas palabras, y a pesar de que seguía abatida, desde ese día su rostro transmitió algo de paz, siempre apoyándose en su fe de que Dios controla todo.
La última vez que mi madre vio a mi tío Pellín fue el 14 de noviembre de 2020. Pero el día 11 de septiembre del 2022 estaba preparada para ir a su tumba. Fue al cementerio junto a otros miembros de la familia, yo me quedé en casa. Al volver, mi madre me dijo que, aunque su hermano ya no estuviera entre nosotros, este sería un episodio más de esos momentos difíciles que ha tenido que enfrentar, pero que así como los anteriores, seguiría adelante, como una mujer de fe.