El 7 de junio de 2018 se lució la belleza natural en el concurso Señorita Panamá, con la primera mujer indígena en ganar este certamen; pero detrás de las luces y el glamur hubo obstáculos que ella venció.
Los duros dramas familiares que vivió de niña aún la hacen llorar… Todo empezó hace 29 años.
Rosa Iveth Montezuma nació en la comarca Ngäbe-Buglé, Alto Caballero, el 16 de mayo de 1993. La reconocida modelo es la mayor de tres hermanos, creció rodeada de amor y valores. Reflejaba gran energía en su niñez, no tenía problemas para socializar con los demás pequeños; pero al mismo tiempo era reservada, con una actitud perseverante. Con frecuencia participaba en actividades escolares de canto, modelaje, declamación, banda de música y reinados.
Esa joven rompió con los paradigmas tradicionales que enmarcan a la mayoría de las mujeres indígenas. Su espíritu de mujer emprendedora me inspira.
Creyente en Dios y siempre fiel a su cultura y tradiciones. «A mí siempre me gustó mucho el monte, de hecho, iba con una vecina a cosechar arroz, también maíz e íbamos al pozo a buscar agua», recuerda.
Su madre, Rosa América, era educadora y juntas se trasladaban a la comunidad de Kuerima, distrito de Mironó, área Nedrini. «Había que cruzar un zarzo sumamente peligroso, las quebradas crecían y teníamos que esperar a que las corrientes bajaran». Esto experimentaban tanto Rosa como sus primos todas las mañanas, para recibir sus estudios primarios en una escuelita rancho, con paredes de madera, techo de palmas y piso de tierra. Luego de culminar la primaria, debió buscar otra escuela que dictara nivel secundario. El tramo a recorrer todas las mañanas se volvió más extenso.
Más adelante inició su primera carrera universitaria en la ciudad de David, capital de Chiriquí, la Licenciatura en Tecnología de Alimentos. Al corto tiempo se ubicó en un trabajo y regresó a su hogar.
El glamur panameño
La primera vez que Rosa fue seleccionada para un reinado fue en primer grado, por el aniversario de su escuela. Lastimosamente, cuando iba a ser coronada, su hermana de un año sufrió una quemadura con aceite de cocina en la pierna y no pudo recibir el título debido a que su mamá estuvo un mes con la bebé en un hospital de otra zona.
A los 15 años ya ella estaba más que iniciada en el mundo de las pasarelas, en Panama Talents, tras una sesión de scouting que realizó la agencia en su centro escolar, el Instituto David.
Años después participó en un certamen cultural denominado Meri Bä Nuare (mujer bonita en ngäbere) entre estudiantes indígenas cuando estaba en la universidad. Fue escogida como Belleza Nacional.
2018 fue un año de concursos, elogios y presentaciones en varios puntos del país, que la encontró con 25 años, estudiando otra licenciatura en Informática Educativa y aspirando a ser Señorita Panamá por su comarca. También se vio envuelta en una polémica acerca de su nacionalidad e identidad cultural.
Hubo rumores en redes sociales de que la modelo no era 100% indígena. Rosa acudió a la sede central del Tribunal Electoral, el 11 de abril de 2018 y solicitó su certificado de nacimiento para confirmar su origen como mujer ngäbe. Con la evidencia, la organización Señorita Panamá la integró al grupo.
Rosa se preparó junto a 19 aspirantes de domingo a viernes (terminaban a las 10:30 p. m.), entonces tomaba el bus de la medianoche a Chiriquí, para asistir a las siete de la mañana del sábado a la universidad, hasta las seis de la tarde. El domingo regresaba a la capital.
En diciembre de 2018 fue a competir por el título de Miss Universo en Tailandia, en representación de Panamá. “Para mí es tan importante, ha sido una plataforma para que la gente vaya creando conciencia de que el pueblo indígena no es solo un grupo apartado de la ciudad, y que sí podemos lograr grandes metas”. Su gran esfuerzo y natural carisma le han llevado hasta un punto destacado.
¡Frente en alto y pies sobre la tierra! Incansablemente Rosa derriba cada obstáculo que le presenta la vida, pues es firme en su propósito y en su fe en Dios para salir adelante, como aquella vez que representó con orgullo a su país en el certamen más importante de belleza internacional.