Persiguiendo un balón en el barrio de Samaria, con los pies heridos por correr sobre el cemento y con gotas de sudor mojando su rostro mientras se enfrentaba a sus amigos Erika Hernández descubrió su pasión por el fútbol. Sólo contaba con cinco años.
Su trayectoria llena de prejuicios por su género y dificultades económicas han forjado a una de las jugadoras más talentosas de nuestro país.
Hoy, a los 23 años, tricampeona de la Liga de Fútbol Femenino y máxima goleadora panameña, Erika cosecha triunfos, sonrisas y orgullo. Este fue el resultado de sembrar perseverancia, lágrimas y dedicación.
¿Cómo llegaré a la práctica? ¿Podré comprar unos tacos? ¿Comeré lo suficiente hoy?, eran algunas de sus dudas cotidianas. Lo que yo veía como una actividad extracurricular, para ella era el camino hacia un mejor futuro. Mientras yo podía decirles a mis padres que me llevaran a los partidos o me compraran tacos nuevos, ella y su familia tenían que afrontar estos retos día a día.
Nuestros caminos se cruzaron jugando juntas en el Plaza Amador. Desde ese momento vi que ella no era solo una futbolista, era una chica llena de sueños y esperanzas, una líder. Durante los entrenamientos y partidos Erika irradia alegría, contagia su motivación al resto del equipo con bailes y canciones. Todo eso me hizo admirarla más allá de la cancha.
Platiqué con otros al respecto. “La empecé a seguir cuando jugaba en Argentina. Tenía una calidad futbolística superior, pero lo que me hizo quererla en mi equipo fue su compromiso, profesionalismo y, sobre todo, su actitud en los vestidores”, confesó el ejecutivo del Plaza Amador, Miguel Novo, cuando le pregunté sobre los atributos de Erika.
Aunque su persistencia es impresionante, su talento futbolístico natural es remarcable. Erika se ha destacado en las ligas panameñas, jugando desde los doce años en la Sociedad Deportiva Panamá Oeste, hasta su primer equipo oficial, San Cristóbal F. C.
El tipo de talento que exhibe al tocar un balón de fútbol no se hace, con ese ingenio se nace. Esto la ha llevado a sudar la camiseta representando a Panamá en países como Estados Unidos, Argentina, Japón y España.
Y así fue alcanzando sus metas. “Cuando jugué por primera vez en la selección nacional me di cuenta de que los sueños se cumplen, pude sentir ese triunfo y emoción en mi corazón”, describió Erika Hernández sobre su primera vez con la Selección Mayor Femenina.
Por eso, cuando tuve que elegir a una mujer que me inspira pensé en Erika, sin dudarlo. Desde que la conocí me conmovió personal y profesionalmente. La manera en que convierte un trayecto complicado en algo positivo, no solo con el balón, demuestra su valor.