La mujer que dejó huellas en las historias de otras

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Es una mujer de carácter flexible, extrovertida y su forma de ser es tan original que atrapa a cualquiera que la conoce. Lo que llama la atención cuando la ven por primera vez es su baja estatura, su cabello castaño, sus ojos almendrados y unas grandes ojeras, ya que trabaja día y noche para ofrecer a sus tres hijos lo que ella no pudo tener en su niñez: una buena educación, mucho cariño y una alimentación balanceada.

Ella carecía de todo esto porque su madre murió de cáncer cuando tenía siete años y lo poco que ganaba su padre lo gastaba en licor. Él nunca se hizo cargo de la familia, por eso la pequeña empezó a trabajar desde que tenía 12 años para sostenerse. Con mucho sacrificio llegó al cuarto año de secundaria.

A los 19 años tuvo a su primer hijo. A los 21 dio a luz a su segundo retoño y a los 26 nació el último, una niña.
¿Quién es esta mujer? Te preguntarás. Ella es Belkin Azucena Matute, mi madre, nacida en Nicaragua, en 1983, y quien llegó a Panamá en 2013 en busca de nuevas y mejores oportunidades, sin saber que se convertiría en un ejemplo para muchas otras mujeres.
En 2018, luego de pasar una crisis económica, una amiga le contó sobre las acciones que llevaba a cabo la Fundación Calicanto, la cual cada año empodera y capacita de forma integral a mujeres en situación de vulnerabilidad social, con el objetivo de cambiar sus circunstancias sociales y económicas.
Se presentó al día siguiente a la fundación, y luego de recibir toda la información necesaria, se unió a este valioso colectivo. No pasó mucho tiempo cuando se dieron cuenta del talento que tenía mi madre para ayudar a los demás; así Belkin pronto se hizo embajadora del programa Capta (Capacitación para el Trabajo), en 2018.
Ella, al igual que las damas pertenecientes a Capta, buscaban inspirar a otras, dejándoles saber que sí es posible empoderar a las mujeres y que podemos hacer cualquier trabajo, igual o mejor que un hombre. Belkin legó como enseñanza a todas que deben contar sus historias y seguir adelante. Aunque hoy día no sigue en este programa, ella dejó su huella.Cuando conversaba con mi madre, le pregunté: ¿Qué era lo más doloroso que pasaba en Capta? Ella se sentó y me relató esas llamadas telefónicas a través de las cuales niñas entre 12 y 15 años pedían ayuda porque sufrían abusos físicos y sexuales de parte de algún familiar. Los ojos de mamá se dirigieron a mí y me dijo: “Me parte el corazón pensar que podrías ser tú, hija, quien estuviera viviendo la situación de esas pequeñas”.Belkin hoy en día trabaja como administradora de gasolineras Puma y a la par se encarga con esmero de cuidar a sus hijos, los cuales ven a su madre con mucho orgullo.