La historia de Gangubai
Les quiero contar la historia de una mujer que me inspira para hacer lo que es correcto y defender mis creencias. Se llama Gangubai Kothewali (1939-1977). Era una activista social de la India que antes de su transformación poderosa fue una trabajadora sexual durante los años 1960.
A sus 16 años, luego de escaparse con su prometido, fue vendida por mil rupias a un burdel, allí mostró determinación y liderazgo, poco a poco se abrió campo en ese negocio, haciéndose dueña de muchos burdeles y ayudando a mujeres de todas las edades que pasaban por su misma situación de precariedad. Luego logró con sus contactos proteger a las trabajadoras sexuales y apoyar a miles de huérfanos.
Gangubai deseaba que fuera legal la prostitución, no por obtener un beneficio, sino para terminar con la violencia y el abuso en su país contra estas trabajadoras. Las mujeres al ser “manchadas” como prostitutas eran totalmente rechazadas por la sociedad de la India, impidiéndoles abrirse campo en otros trabajos, y sus hijos muy pocas veces conseguían completar ni siquiera sus estudios primarios, ya que eran humillados y discriminados, diciendo la gente que ellos no merecían una educación.
Gangubai hizo que esto cambiara, logró que los derechos de los niños se respetaran e inscribió en el colegio a los hijos de las trabajadoras sexuales, gracias a ella muchos pequeños pudieron estudiar; además de hacerle saber a la sociedad que si ellas no vendían sus cuerpos legalmente solo habría más mujeres secuestradas contra su voluntad para ser vendidas a los burdeles.
Gangubai era hija de un abogado y su pretendiente Ramnik fue quien la vendió en Bombay y terminó siendo conocida como la Señora de Kamathipura, por convertirse en proxeneta y por sus posibles conexiones en el bajo mundo traficando drogas.
Conoció al nacionalista y destacado político hindú Jawaharlal Nehru con quien habló sobre la difícil situación de las trabajadoras sexuales y las razones por las cuales había que mejorar la calidad de sus vidas, ya que vivían en permanente riesgo. A veces sus clientes las golpeaban hasta dejarlas inconscientes o muertas; por estas razones ellas se veían en la obligación de contratar a hombres para que las protegieran mientras hacían su trabajo, pero en ciertos casos estos mismos hombres les robaban todo el dinero de sus ganancias y, si no recolectaban lo suficiente, eran sus guardianes quienes las mataban.
Ella recurrió a la política, quería lograr que si un cliente golpeaba a una prostituta el Estado les hiciera pagar por eso, y que si a una mujer la vendían o si joven no deseaba trabajar en la prostitución, en ambos casos pudieran volver a sus hogares o ser protegidas por las autoridades, esto sin ser discriminadas o reducidas a solo poder conseguir trabajo en burdeles.
Admiro su valentía, a pesar de ser una víctima, a su manera buscó que la sociedad fuera justa hacia esas mujeres vulnerables y se juzgaran a los secuestradores, a los violadores y a los que compran niñas para poblar sus burdeles. Gracias a esta lucha, muchas mujeres que fueron vendidas contra su voluntad pudieron regresar a sus casas.